21 de septiembre de 2014

LA TRILOGÍA DEL DÓLAR DE SERGIO LEONE

Sergio Leone nace en Roma en enero de 1929. Sus padres trabajaban en la industria del cine en la época silente. Vincenzo Leone era director y Bice Valerian actriz. Es curioso que ambos trabajaron juntos en La vampira indiana (1913), uno de los primeros westerns que se hacían en Europa. Años después el estilo de Sergio insuflaría al género un soplo de aire fresco y abriría el filón de los spaghetti-westerns.

El director Mario Bonnard era amigo de la familia. Al morir Vincenzo, Sergio encuentra en Bonnard una figura paterna, de hecho es él quien le da la primera oportunidad de dirigir cuando le pide que acabe Los últimos días de Pompeya al encontrarse enfermo. Pero antes de llegar a dirigir Sergio ya había trabajado como guionista, ayudante de dirección, de producción e incluso actor en un sinfín de cintas de posguerra italianas y en las superproducciones de Hollywood en Roma de los años 50 (Ben-Hur, Quo Vadis, Helena de Troya, etc).

Su primera película sería el péplum El coloso de Rodas (1961). Tuvo cierto éxito y recibió ofertas para dirigir más películas de romanos pero las rechazó por no ser el tipo de cine que quería hacer. Tras un par de años de inactividad y una mala experiencia con Robert Aldrich finalmente Sergio Leone da comienzo a su Trilogía del Dólar con Por un puñado de dólares en 1964. En los años posteriores añadiría La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo


La obra de Leone no se entiende sin su contexto. Comparte ciudad y época con muchos realizadores que dirigían e iban a dirigir westerns en un futuro cercano. Hablamos de Sergio Corbucci (Minnesota Clay, Django, El gran silencio), Sergio Sollima (El halcón y la presa, Cara a cara) y Tonino Valerii (El día de la ira, Mi nombre es Ninguno, esta última producida por Leone), por citar los más próximos al realizador que nos ocupa. De hecho cuando se estrenaban estos westerns existía gran confusión entre el público porque muchos pensaban que estaban dirigidos por el propio Leone. Este pensamiento no es del todo erróneo ya que estas películas comparten equipo técnico y artístico, por tanto no es de extrañar que la factura visual guarde similitudes entre ellas.

Entre estos realizadores arriba mencionados existía una competencia y a la vez una convivencia. Veían las películas de sus compañeros y trataban de superarse unos a otros. Por tanto, Sergio Leone no inventó el spaghetti-western, sino que es el resultado del éxito de varias películas de directores diferentes. Y es precisamente a partir del éxito de la española El sabor de la venganza (Joaquín Luis Romero Marchent, 1963) que el fenómeno se empieza a extender, y es cierto, los italianos le imprimen un estilo propio.

Sergio Leone aporta una voluntad estética y escenográfica propia. Para empezar el larguirucho protagonista (Clint Eastwood) es una especie de Don Quijote que vaga por un desierto yermo y polvoriento (de hecho en El bueno, el feo y el malo aparece con su Sancho Panza, interpretado por Eli Wallach). Leone siempre pone en escena westerns que transcurren en zonas muertas, secas y subdesarrolladas, aprovechando esa especie de zona fronteriza sin ley que supone el sur de Estados Unidos y el norte de México, bañada por las aguas de Río Grande. El paisaje de Almería viene que ni pintado para representar esa zona. En los años sesenta Almería era la provincia española más subdesarrollada, de modo que ni tendidos eléctricos, ni líneas de ferrocarril, ni carreteras podían estropear las inmensas tomas generales que rueda Leone.

Sergio es además un buen director de actores y extremadamente perfeccionista. Él mismo era capaz de representar ante los productores todos los papeles del filme para venderles la película. Es en su voluntad por crear atracción y generar imágenes inolvidables que Leone hacía que los personajes posaran para la cámara. En la mayoría de los planos los personajes más que actuar parece que posan y hasta el más mínimo gesto es cuidado por el realizador. Esto dio lugar a un montón de material publicitario (fotografías, postales, carteles…) surgido directamente de las imágenes del film, que por cierto también se vendía.


Un tipo de plano muy característico de Leone es el que he venido en llamar plano de falso 0.98. El 0.98 es un objetivo inventado por el óptico y director de fotografía español Manuel Berenguer para la superproducción de Samuel Bronston en Madrid Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961). Este objetivo era capaz de mantener a la vez enfocados dos términos diferentes del espacio. Aunque para cuando Sergio rueda Por un puñado de dólares ya ha sido inventado, es tan caro que no puede permitírselo. Leone consigue su efecto sobreiluminando mucho el fondo para hacerlo parecer nítido, da la sensación de que enfoca tanto el primer término como el último, si bien no es así.  


Los movimientos de cámara expresivos para anticipar la acción eran un recurso tremendamente efectivo que Leone supo aprovechar. En este tipo de movimiento es la cámara y no el personaje con su desplazamiento quien decide lo que se debe ver. En el ejemplo de la imagen cuando ambos personajes se preparan para recoger sus armas, cargarlas y disparar, Leone a la vez que mueve la cámara en un travelling hacia la izquierda, baja también el punto de vista (lo hace para ambos personajes). Finalmente el encuadre se compensa cuando se agachan, Leone nos había preparado para observar la acción desde el mejor punto de vista.

  
Para concluir con este texto, hablaremos de los duelos finales de las películas de la Trilogía del Dólar. Por un puñado de dólares es la única de las tres en la que no hay un ruedo circular en el duelo. Sin embargo, cuando los contendientes se sitúan frente a frente, se puede apreciar que lo hacen de modo que describen un espacio circular. De un lado, la familia Rojo arropa a Ramón en un semicírculo; de otro, a medida que el forastero avanza describe también una trayectoria semicircular.


En La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, aunque los personajes estén físicamente dentro de un círculo la composición recuerda más a la disposición del teatro romano.

En La muerte tenía un precio Manco está entre los contendientes, ocupando el espacio del público. La cámara es un espectador más colocado en las gradas. Mortimer e Indio son los protagonistas, están en el escenario. Entre los tres individuos se forma un triángulo escaleno, que los une y los separa a la vez que crea tensión. En cuanto a la luz, los teatros romanos se celebraban cuando el sol ya había caído por debajo de la altura de las gradas, de ahí que Leone rodara la secuencia al atardecer, con el sol produciendo alargadas sombras. Para El bueno, el feo y el malo Leone utiliza el mismo planteamiento espacial pero filmado desde el punto de vista opuesto.


BONUS TRACK:
Este texto surge como resumen del Trabajo de Fin de Máster de quien escribe estas líneas titulado La trilogía del dólar de Sergio Leone. Tratamiento del espacio cinematográfico. Al texto completo puede accederse pinchando aquí.

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