Como me conozco, hago
desde el principio esta aclaración. Aunque el título del artículo
exprese que la película de la que voy a hablar es Al rojo vivo,
lo más probable es que me acabe yendo por las ramas y escriba más
sobre el género film noir a grandes rasgos que sobre la
película mencionada en sí. No obstante os prometo un artículo
interesante desde la primera hasta la última palabra.
“Si no tienes una buena
historia no tienes nada”, Raoul Walsh.
Son las palabras de un
sabio curtido en el cine. Si uno escribe sobre la época del cine
clásico de Hollywood no puede dejarse en el tintero a Raoul Walsh.
Con más de cien largometrajes a sus espaldas Walsh fue uno de los
directores más famosos del siglo pasado. Si echamos un vistazo a su
filmografía nos daremos cuenta de que es además uno de los
realizadores más prolíficos, llegó a dirigir una media de dos
películas al año.
A diferencia de otros
directores como John Ford que él mismo decía que sólo hacía
westerns, y ciertamente casi todo lo que hizo fue en ese género,
Raoul Walsh tocó todo tipo de temas. Realizó películas de géneros
tan diversos como el western, cine de gángsters e incluso de
aventuras, de hecho, fue en ese terreno en el que destacó. Pero la
película que hoy os traigo es Al rojo vivo (White Heat) de
1949. Se trata de una cinta de gángsters que podemos considerar como
film noir. Para una sencilla distinción de ambos conceptos
remito a un artículo antiguo que podéis ver aquí.
Antes de entrar en
harina, un poco de historia. El cine de gángsters permitía a los
cineastas; según comenta Martin Scorsese en su documental de 1995 A
personal journey with Martin Scorsese through american movies,
hacer cuentas con la profunda fascinación de la sociedad americana
por la violencia. En gran parte esta fascinación venía (y viene)
dada por la propia historia violenta del nacimiento de los Estados
Unidos y la conquista del Oeste. Es a finales de los años veinte y
principios de los treinta cuando comienza a surgir este tipo de cine,
no obstante podemos remontarnos hasta 1912 y observar en Los
mosqueteros de Pig Alley de D.W. Griffith los primeros pasos del
género. De todos modos es en los años veinte, con la ley seca y el
negocio negro que se monta a su alrededor, cuando el cine de
gángsters se consolida. Aunque no es cine, la serie Boardwalk
Empire (desarrollada en parte por Scorsese) trata de manera casi
cinematográfica todo este asunto de la ley seca.
Volviendo al celuloide,
las primeras películas retratan al gángster como víctima fruto de
una sociedad deprimida económicamente. Muchos de ellos son soldados
que regresan a América tras la Primera Guerra Mundial y se
encuentran con que han perdido sus empleos por lo que se ven
obligados a delinquir para sobrevivir. Este retrato evoluciona a
medida que esos pequeños negocios turbios crecen y el gángster se
consolida como hombre de negocios. Es en pleno apogeo de este tipo de
cine cuando surge el código Hays como instrumento moderador e
incluso censor. El argumento, el siguiente: una cosa es mostrar una
realidad y otra promover simpatías por esos personajes delincuentes.
Desde ese momento Hollywood deberá evitar la glorificación del
villano, de ahí que acabe muerto en casi todos los filmes.
Diez años antes de Al
rojo vivo Raoul Walsh dirige Los violentos años veinte
(The Roaring Twenties), película que resume en poco más de hora y
media no sólo las características del género y la historia oscura
de los años veinte, sino las tramas de casi todas las películas que
sobre ese tema se habían hecho en la década de los treinta. Y por
si esto fuera poco Los violentos años veinte cierra
un ciclo debido a que tras la Segunda Guerra Mundial el cine de
gángsters pasará a llamarse film noir.
Pero no sólo cambiará la forma de denominación, también se
transformarán notablemente las tramas dejando para el pasado las
historias sobre la ley seca y los negocios ilícitos que había
originado. Desde ese momento los robos y los crímenes por encargo
serán los protagonistas. Seguimos avanzando y Walsh dirige en
1941 El último refugio (High
Sierra). Esta quizá sea la película que mejor ejemplifica la
elevación del villano a lo más alto antes de resultar muerto. Ésta
es una característica que se repite tanto como la presencia de una
femme fatale en este
tipo de cine.
Cuando
el gángster se cree invencible, cuando se observa a sí mismo en la
cima del mundo, es cuando le llega su hora. Tras una eterna huida, en
El último refugio Humphrey
Bogart es abatido mientras trepaba por High Sierra. Esta zona de la
geografía californiana es el punto de partida para Al rojo
vivo. Tras asaltar y robar un
tren el gángster encarnado por James Cagney (un veterano en este
tipo de papeles) inicia su recorrido que culminará al final de la
cinta con él subido a un enorme depósito esférico de gasolina.
Entiéndase la forma del depósito como metáfora de la cima del
mundo. De hecho, el detective hace en voz alta la reflexión que
todos habíamos deducido ya por la puesta en escena, exactamente
dice: «por
fin llegó a la cima del mundo y...» hasta aquí puedo leer. Es en el último minuto del metraje donde se resuelve la historia. Scarface,
en sus dos versiones (1932 y 1983) muestra también un claro ejemplo
visual (bastante evidente) de los deseos de los gángsters por
apropiarse el mundo.
Una
característica un tanto especial de Al rojo vivo
es que el poder que la femme fatale
suele ejercer en el villano es sustituido casi en su totalidad por la
voluntad de la madre que incluso parece ser quien realmente dirige la
banda que preside su hijo. A parte de esto los elementos clásicos
del género como traiciones, tiroteos y persecuciones varias se
mantienen. No olvidemos que nos encontramos casi en la década de los
cincuenta y que pocas películas más del estilo de Al rojo
vivo se harán ya. Con la
llegada del color y de la pantalla panormámica el film
noir clásico pierde parte de su
atractivo, el formato académico (entonces 4:3) y la fotografía en
blanco y negro que tanto habían hecho por configurar el sistema
estético-estilístico del género quedan atrás, y atrás quedará
siempre esta colección de películas dirigidas con maestría por
veteranos como Cecil B. DeMille, Howard Hawks y el propio Raoul Walsh
que impresionaron a los espectadores de la época y seguirán
haciéndolo.
*Calificación: 7/10. Al
rojo vivo es un buen ejemplo de film noir, que
aun habiendo pasado mucho tiempo, se mantiene fresco. Los
avances en los efectos especiales y del maquillaje nos traerían un
carro de películas de cine negro mejoradas como Los intocables de
Elliot de Ness y la Scarface de De Palma e incluso me
atrevería a mencionar aquí la reciente Gangster Squad (2013),
la cual recomiendo echar por lo menos un vistazo.