En 1965 Woody Allen
firmaba el que era su primer guión cinematográfico, What´s new, Pussycat? Como
director debutaría al año siguiente con What´s up, Tiger
Lily? Las similitudes entre los
títulos son evidentes si bien es cierto las tramas no tienen nada que
ver, pero este no es el caso de nuestro análisis. El reparto de
Pussycat está formado
por Peter Sellers (recordado por su papel de actor torpe en El
guateque), Peter O´Toole
(elevado al estrellato internacional por su interpretación de Thomas
E. Lawrence en Lawrence de Arabia
y también laureado, si se me permite la expresión, por su papel de
refinado profesor británico en El último emperador
de Bertolucci), Romy Schneider (la chica en disputa) y el propio
Woody Allen que por primera vez se ponía delante de la cámara.
¿Qué tal, Pussycat? (1965) es una película que habría que incluir en el género comedia, no obstante éste se queda corto y habría que añadirle el apellido de loca. Así pues con su primer guión Allen marcó las directrices del que iba a ser su cine, en el que explotaría al máximo lo que acabo de denominar comedia loca. Pero más allá de que sea un film entretenido y divertido por lo absurdo de las situaciones, tomo Pussycat con el pretexto de hablar de algo tan cinematográfico como son el espacio y los raccords. Primero dejemos algo claro. Tal y como Noël Burch explica en su Praxis del cine, el raccord es algo más que el cambio de plano, la palabra «raccord se refiere a cualquier elemento de continuidad entre dos o más planos» (BURCH, 1970)**, así encontramos raccords, de mirada, de luz, de dirección, de espacio, etc. En el cine convencional la función del raccord ha sido la de hacer imperceptibles los cambios de plano, para no romper la sensación de veracidad. Cuando alguno de los elementos de un plano A no concuerda (o no sigue) en un plano B estaremos hablando de un fallo de raccord, se ha roto la continuidad, evidenciando en la propia imagen (y esto es lo importante), que hay un mecanismo que la construye.
Sólo
una vez aclarado y comprendido el concepto de raccord puedo meterme
con ¿Qué tal, Pussycat?
y explicar lo que Woody Allen introdujo en este film, que bajo la
fachada de la comedia, puede parecer banal.
Imaginemos
un decorado y unos personajes, en el caso de Pussycat
tenemos a Michael James (interpretado por O´Toole) y a Renée
(Germaine Lefebvre) que se encuentran por casualidad en la consulta
del psicólogo Fassbender (Sellers). Además de estos tres la sala
está abarrotada por demás pacientes a los que apenas conocemos. La
continuidad de los planos, del escenario y del atrezzo nos sitúan en
uno de los salones de la casa del doctor que ya hemos visitado con
anterioridad. Cuando James y Renée cruzan las miradas una cortinilla
hortera da paso a otro plano, pero aparentemente, por los elementos
que hemos descrito antes, seguimos en la consulta, no obstante serán
necesarios un par de planos más para advertir que hemos viajado en
el espacio-tiempo fílmico y nos encontramos en casa de James algunas
horas más tarde.
La confusión del espectador viene originada por la continuidad musical, escenográfica e incluso del diálogo, entre ambas escenas. En la consulta de Fassbender Renée hace su aparición tocando un silbato, pero es en la casa de James donde explica por qué lo tocaba, además la explicación se produce mirando al frente como si lo estuviera contando a los personajes reunidos en la consulta cuando el que escucha, y el único que está en la habitación con ella es James, sentado a su lado. En una situación de la vida real es absurdo que lo explique horas más tarde, sólo se entiende gracias al montaje cinematográfico, un montaje que nos ha engañado por unos instantes.
La confusión del espectador viene originada por la continuidad musical, escenográfica e incluso del diálogo, entre ambas escenas. En la consulta de Fassbender Renée hace su aparición tocando un silbato, pero es en la casa de James donde explica por qué lo tocaba, además la explicación se produce mirando al frente como si lo estuviera contando a los personajes reunidos en la consulta cuando el que escucha, y el único que está en la habitación con ella es James, sentado a su lado. En una situación de la vida real es absurdo que lo explique horas más tarde, sólo se entiende gracias al montaje cinematográfico, un montaje que nos ha engañado por unos instantes.
De
manera esquemática, lo que podemos extraer de todo esto es lo
siguiente: Podemos servirnos del raccord para crear tensión
en el espectador y engañarle, bastará con que haya continuidad en
los elementos (atrezzo, ropa, música, personajes, iluminación,
decorado, etc.) del plano A y del B, pero ocultar hasta el plano C (o
hasta que el plano B se abra con un movimiento de cámara o de zoom)
que el espacio, o aún más interesante, el tiempo, ha cambiado.
¡Ah!
¿Por qué lo de Pussycat os
preguntaréis? Michael James es un mujeriego que llama gatitas
(en inglés pussycat) a las múltiples novias que tiene, lo cual le
origina descabellados problemas con su prometida Carole que derivan
en situaciones aún más pintorescas. Los momentos finales del film
en el hotel constituyen la secuencia más retorcida, extraña y
grotesca que he visto nunca. Simplemente Allen. Los que conozcáis su
filmografía lo entenderéis. Si se me permite, una recomendación,
ved La última noche de Boris Grushenko,
pasaréis un buen rato.
*Calificación: 7/10. Salvo
el interesante tema de los raccords, que no es poco, What´s new, Pussycat? no tiene mucho más que ofrecernos.
**Véase
la primera parte del libro de Burch, I Elementos de base,
para saber más sobre el espacio y el raccord cinematográfico, así
como sus elementos de ruptura. El libro consultado responde a la 9ª
Edición (2008) de Praxis del cine
editado en la Colección Arte
de la Editorial Fundamentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario